Carta al circulo dorado: Todos los llamados son discipulos
El
espíritu que despertó a la luz ya no puede retroceder
La
oscuridad material ya no lo atrae, y solo en las esferas
superiores encuentra
aliento. Pero descubrirá que tejió fuertes lazos con la
materia, que tendrá
que deshacerlos, y que la ilusión todavía impregna sus trajes.
Hay
quienes cortan esos lazos y alzan vuelo, penetrando esferas
superiores; hay
quienes, temerosos, aguardan que lo pútrido que reina en el
mundo de las
formas descomponga también sus amarras.
Yo indico
la primera vía, directa, de acceso al Reino. A ella están
destinados los que
aman verdaderamente.
La
mezquindad llevó al hombre a aplicar el concepto de conquista
en la vida
material.
Tomado por
el deseo de posesión, buscó dominar a sus semejantes, y se
desvió del verdadero
camino.
No existe
seguridad externa.
Aun así,
los hombres insisten en buscarla. No reconocieron que la vida
prosigue en ininterrumpida
transformación, y que la sucesión de imágenes presentadas por
los sentidos es
solo un diminuto ángulo de una realidad mayor, que trasciende
el mundo mental y
toca lo supracorpóreo.
La tortuga
puede sentirse segura transportando consigo su casa, pero no
sabe volar.
La Vida
habita la forma, mas la trasciende. La
forma es fruto del movimiento de la Vida, y
tiende a la cristalización. El discípulo
de la ley no debe confundirse
con la exterioridad de los hechos.
Dominar y
trascender el atavismo que impregna sus cuerpos es una tarea
del discípulo.
No es
simple vivir en un pozo oscuro sin tocar el lodo. Sin embargo,
esto es lo que
él debe hacer, y lo conseguirá en el momento en que aprenda
que es en el aire,
y no en el suelo, donde debe dar sus pasos.
La
mezquindad insertó raíces profundas en la conciencia humana;
es necesario
sanar ese mal. Desde el inicio de los tiempos, este planeta
abrigó entes
oscuros, más de ese modo preservó a otras regiones del cosmos
del asedio de
esas fuerzas. Por eso, él será redimido. Por eso, ha llegado
el Tiempo de
Cristo Samana. Por eso, le será revelado el poder de la Espada
de Amhaj.
El brillo de las estrellas puede ser
ocultado por nubes, pero no por
eso deja de existir. El discípulo debe aprender a conectarse
con esos mundos de
pura luz, independientemente de las condiciones atmosféricas.
En realidad,
debe aprender a estar en esos mundos, a vivir en ellos
mientras cumple sus
tareas en la Tierra. Eso
es posible. Eso se consigue por medio de la
aspiración ardiente.
El
discípulo reconoce que su verdadera existencia transcurre en
el cosmos, y así
la materialidad de los cuerpos no es obstáculo para el vuelo
de su conciencia.
Sin embargo, él también sabe que la materia debe ser pulida,
y por eso trabaja
con los fuegos superiores, haciendo que en ella pueda emerger
la translucidez.
La
redención está basada en esa cualidad intrínseca de la
materia, cualidad que le
permite revelar su pureza esencial. Por eso el discípulo es
llamado el que
revela la Belleza. Él ya aprendió a hacer esto, pues atravesó
los primeros
velos.
La fortaleza
del espíritu está fundada en el poder de las esferas
sublimes, que echan
raíces en la fuente cósmica de amor. Por la gracia, el
discípulo es elevado por
el Maestro, y así puede bañarse en la Fuente. Por
la gracia, el discípulo es conducido
al Gran Espejo [1],
y allí le son develados
misterios de la Creación. Por la gracia, el
discípulo trasciende límites y
así acoge con gratitud aquello que desde lo Alto le es dado
cumplir.
Muchos hombres
recorren el desierto, pero no todos logran llegar a destino.
Tal
empresa exige determinación,
firmeza,
sobriedad y fe. Todos los que se internan en la senda de
la luz tendrán que
cruzar esa región de la conciencia, y aprender lecciones a
través de sus
misterios. No se puede avanzar sin transponer fronteras.
Magnífico
poder impregna la conciencia y la hace despertar. Magnífico
poder penetra la
materia y rompe sus velos. Magnífico poder eleva al ser y lo
transmuta en luz.
Sí, la libertad del espíritu pulsa en lo íntimo del ser.
Es tiempo
de glorificar al Supremo no con promesas, sino con la rendición del ser.
En Mi
Manto tenéis vuestra protección.
Yo
proclamo el advenimiento del nuevo hombre. Yo proclamo el
advenimiento de la
nueva raza. Yo proclamo el advenimiento de la nueva
civilización. El poder del
cosmos penetra la esfera terrestre. Con ese poder construimos
las bases del
futuro. No echéis en el lodo estas palabras, confundiéndolas
con las barbaries
perpetradas por vuestra civilización. Ese poder no es el de la
dominación, acto
de fuerzas macabras, sino el poder del Bien. Por eso Yo afirmo
la victoria de
la luz.
No puede
haber ascensión
si la aspiración no
está actuando, conduciendo al ser hacia realizaciones más
amplias. Los
tenebrosos caminan en la oscuridad. El
discípulo de la ley penetra en la Gran luz.
Las claves
para la comprensión de la Enseñanza se encuentran en el perfeccionamiento del carácter y en la entrega del ser. Para penetrar sus misterios
no es necesario el
intelecto, sino pureza
y fe. Los
intelectuales se alimentan de las cenizas del pasado. Los puros comparten la sabiduría de las esferas
celestiales.
Muchos
alumnos, cuando escuchan que se necesita pureza, se visten de
blanco, pero se
olvidan que el verdadero
despojamiento
es interior. Ostentan esa bandera, pero en los zapatos
traen el polvo de
esta civilización. Sabed, es tiempo de que nazca el nuevo
hombre. Es tiempo de
que efectivamente se asuman
transformaciones. No se puede construir la nueva Tierra
basada
en festivas promesas. La materia debe ser impregnada por el
fuego y
transformada, vertida en el molde de la redención. Por
eso
Yo os convoco a imprimir en cada acto de vuestra vida la
determinación de
trascenderos. Amad ese fuego. En esa senda tendréis Nuestras
bendiciones.
La
distancia no es obstáculo para el contacto con Nosotros. El
discípulo ya lo
sabe. Pero ahora ha llegado el momento de que muchos
aspirantes que recorren la
senda de la luz
crucen el Primer
Portal. Que persistan. Que
venzan las pruebas. Que aprendan a caminar
en el fuego.
El advenimiento de
una raza ocurre en la
luz de las esferas sublimes, y se
va reflejando en los sucesivos estratos de la vida planetaria,
hasta penetrar
la oscuridad material. De ese proceso participa una red
inconmensurable de energías,
seres y conciencias.
Es increíble cómo
inclusive las mejores personas
tienden a ignorar la sublimidad de la vida y a aferrarse a la mezquindad.
Casi
siempre esa tendencia se mezcla con las más elevadas
aspiraciones. Por eso Yo
recomiendo la vigilancia y, por encima de todo, la rendición del ser. El primer paso es comprender
la indicación y
aceptarla. El paso siguiente es vivirla.
El sentido de lo
sagrado
será rescatado por el nuevo hombre. Todo en la vida será
reconocido por él como
una dádiva del Creador
‑y como
instrumento para glorificar‑Lo.
No
obstante, no se debe esperar el mañana para manifestar lo
nuevo. Lo sagrado
debe ser vivido ahora,
prioritariamente, y por eso es necesaria
la reverencia.
No hay
misterios en el cumplimiento de la ley. ¡Y ese cumplimiento
transformaría a la
Tierra en un reino
celestial!
Entonces, ¿por qué la humanidad insiste en evitar esa tarea?
Antes que la nueva Tierra pueda
manifestarse en la esfera concreta, es necesario
ajustar todas las cuentas. Inclusive hay discípulos que
llegan a
impresionarse con la rapidez con que están siendo realizados
esos ajustes. Por
eso es necesario afinar la sintonía. Por
eso es necesario unirse, sin restricciones, al
Bien.
Muchos ya
notaron alteraciones en el curso del tiempo y también en la
densidad de
ciertos objetos materiales. También son perceptibles las
transformaciones en el
propio organismo humano, especialmente en el plasma sanguíneo.
Sin embargo, en
medio de tanta neblina, esos descubrimientos son relegados al
campo de los
equívocos, y el hombre permanece atado a viejos patrones. Que
los pioneros
sepan ver las señales. Que se mantengan firmes en su labor,
que no se pierdan,
que amen la ley.
La voz de Ahmaj: Triguerinho