Consecuencias de las Tormentas solares

El sol es nuestra fuente de luz y calor, tiene ciclos que duran aproximadamente 11 años, estos ciclos varían en intensidad de unos a otros.
El ciclo en el que nos encontramos es el numero 24 y después de un período de tranquilidad que comenzó a principios de 2008, nuestra estrella se ha despertado de su letargo y ha comenzado una fase de actividad con explosiones no conocidas hasta la fecha.

El Profesor Alexey N. Dmitriev es experto en Geología y Mineralogía, responsable científico y miembro del Instituto Nacional de Geología, Geofísica y Mineralogía, miembro del Departamento de Siberia de la Academia de Ciencias de Rusia, experto en Ecología Global y de previsión de catástrofes de la Tierra.

Las alteraciones físicas que se están produciendo en la Tierra están llegando a un punto irreversible. Tenemos amplia evidencia de que estos cambios son causados por material altamente cargado procedente del espacio interestelar, que penetraron en nuestro Sistema Solar. Esta cantidad de energía está produciendo procesos híbridos y estados de energía excitados en todos los planetas que incluyen a nuestra estrella el Sol, este proceso va a acelerar el desplazamiento de los polos magnéticos ....... pero este tema lo veremos al final del articulo.


Las observaciones de erupciones con rayos X por los satélites de NOAA orbitando la Tierra empezaron en 1975, y las CMEs o llamaradas solares fueron descubiertas poco después. Los científicos solamente han seguido tres ciclos solares completos empleando tecnología de satélite. Sin poder extraer conclusiones de un abanico de datos tan escaso’. Solo llevamos un registro de la “manchas solares” que nos dan a entender la existencia de este ciclo de 11 años observado desde el 1600.

 
En todo el año 2008 sin manchas solares durante 266 días donde el ciclo 23 tocaba fondo. Es Sol más tranquilo desde 1913. En aquel año no se observaron manchas en el sol durante 311 días. Este mínimo solar fue seguido del máximo solar entre el cambio de estaciones, entre los años 1917 y 1918, y  sucede simultanemente con una “gran ola de frio” . El solar ciclo actual 24 tiene este curioso parecido a este ciclo ,  calma y luego la tormenta… ya saben como el dicho. La actividad solar influye en la atmósfera y en el Clima de una forma sincronizada que los ciencia esta comenzando a entender.

Los científicos advierten de que estos movimientos en el astro rey no presagian nada bueno para un mundo cada vez más dependiente tecnológicamente. Las explosiones solares continuadas podrían originar impredecibles errores en los instrumentos que hemos enviado ahí arriba para guiar nuestras actividades, y de los que depende en gran medida nuestro desarrollo tecnológico, al menos tal y como está planteado hoy día. Quizás un pequeño error en el GPS de un coche no suponga grandes molestias para el conductor que busca una dirección determinada, pero las operaciones militares, la navegación y la topografía en todo el mundo requieren de una extraordinaria precisión.

El primer aviso de que el Sol había comenzado a activarse se produjo el pasado enero, cuando el observatorio espacial ruso Tesis registró la mayor llamarada de los últimos dos años y medio, según informó el Instituto de Física «Lebedev». El fenómeno duró casi dos horas. Esta fue la mayor explosión, pero no la única: los equipos de medición de Tesis registraron un máximo histórico de llamaradas solares, la cifra más alta de los últimos cinco años y equiparable al total de explosiones solares que se observaron en 2009.

Las explosiones solares se dividen en cinco categorías según su intensidad, de menor a mayor: A, B, C, M y X. La A 00 equivale a una radiación de 10 nanovatios por metro cuadrado en la órbita terrestre, valor que se duplica en cada nivel siguiente. En concreto, dieciocho de estas llamaradas eran de la «clase C» y otras cuatro, aún más poderosas, de la «clase M». ¿Significa esto que estamos en camino de un nuevo ciclo solar mucho más intenso? En ese caso, podrían generarse graves problemas en la navegación por satélite. En 2003 el Sol entraba en pleno auge del anterior ciclo solar, con llamaradas de más de un millón de nanovatios, lo que equivale a la altísima clase X.17, pero entonces, el sistema de guiado por satélite era apenas un producto de consumo.


Este despertar de su letargo puede resultar catastrófico para esta civilización tecnologica En los ultimos meses, varios estudios científicos  han advertido de los peligros que puede suponer para nuestros sistemas energéticos y de comunicaciones una violenta tormenta espacial generada a más de 150 millones de kilómetros de distancia, sobre la superficie del sol.

La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NAS) ya lo avisó hace tiempo en un impactante informe financiado por la NASA que señalaba la posibilidad, pequeña pero no inverosímil, de que un extraordinario chorro de plasma dejara frita en segundos toda nuestra red eléctrica. Sucedería a partir de 2012, cuando se espera que el Sol se encuentre en su máximo nivel de energia, y podría dar lugar a un escenario apocalíptico en todo el planeta.

En los dos últimos años se han lanzado al espacio varios satélites para vigilar la actividad solar, algunos giran alrededor de la tierra y otros se encuentran entre nuestro planeta y el sol. Pero las investigaciones con estos avanzados equipos sugieren que por ahora no somos capaces de prevenir cada una de las tormentas solares que se producen.
Un tercio de las explosiones surgen si previo aviso, lo que en la práctica nos impediría protegernos a tiempo.

Ademas las nuevas investigaciones sugieren que las tormentas solares pueden contagiarse entre si envolviendo toda la superficie solar. Astrónomos de la NASA y de la Universidad de Stanford (California) detectaron a comienzos del pasado agosto un «tsunami solar», una explosión masiva que iba dirigida hacia la Tierra. Todo un hemisferio del Sol estalló, enviando ondas de choque a través de su superficie y nubes de gas caliente al espacio. Los científicos observaron el espectáculo a través del laboratorio solar SDO y las sondas gemelas STEREO, que captaron todo lo ocurrido desde puntos de vista complementarios. De esta forma, descubrieron que lo que creían un fenómeno aislado era en realidad una explosión interconectada por una extensa red magnética que ocupaba toda la superficie solar.

EVENTO CARRINGTON

En el año 1859 se produjo una gran fulguración solar. La tormenta solar de 1859 fue la más potente registrada en la historia. A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaba al sur hasta el Caribe.
El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte.
Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con una área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, dónde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.


EFECTOS DE UNA TORMENTA SOLAR

Una tormenta geomagnética puede afectar a los sistemas basados en la electricidad, como las redes de alta tensión, los gaseoductos y oleoductos, los cables de telecomunicación a larga distancia, los sistemas de señalización terrestre, o los de comunicaciones y navegaciones, como el GPS o las ondas de radio y televisión. Los satélites, los teléfonos móviles o los sistemas que permiten volar a los aviones podrían sufrir interferencias o hasta dejar de funcionar.  Un informe financiado por la NASA y publicado por la Academia de Ciencias de los Estados Unidos (NAS) hace más de un año ya advertía de que si el actual ciclo solar es la mitad de violento de lo que se espera puede provocar una catástrofe sin precedentes. Grandes ciudades de todo el mundo podrían quedarse a oscuras y sin energía eléctrica.




Pero lo descrito arriba es exactamente lo que pasaría si el actual ciclo solar (que acaba de empezar después de más de un año de completa inactividad) fuera sólo la mitad de violento de lo que se espera. Así lo dice, sin tapujos, un informe extraordinario financiado por la NASA y publicado hace menos de un año por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NAS). Y resulta que, según el citado informe, son precisamente las sociedades occidentales las que, durante las últimas décadas, han sembrado sin quererlo la semilla de su propia destrucción.

«Un posible desastre»Se trata de nuestra actual forma de vida, dependiente en todo y para todo de una tecnología cada vez más sofisticada. Una tecnología que, irónicamente, resulta muy vulnerable a un peligro extraordinario: los enormes chorros de plasma procedentes del Sol. Un plasma capaz de freir en segundos toda nuestra red eléctrica (de la que la tecnología depende), con consecuencias realmente catastróficas. «Nos estamos acercando cada vez más hasta el borde de un posible desastre», asegura Daniel Baker, un experto en clima espacial de la Universidad de Colorado en Boulder y jefe del comité de la NAS que ha elaborado el informe.


Según Baker, es difícil concebir que el Sol pueda enviar hasta la Tierra la energía necesaria para provocar este desastre. Difícil, pero no imposible. La superficie misma de nuestra estrella es una gran masa de plasma en movimiento, cargada con partículas de alta energía. Algunas de estas partículas escapan de la ardiente superficie para viajar a través del espacio en forma de viento solar. Y de vez en cuando ese mismo viento se encarga de impulsar enormes globos de miles de millones de toneladas de plasma ardiente, enormes bolas de fuego que conocemos por el nombre de eyecciones de masa coronal. Si una de ellas alcanzara el campo magnético de la Tierra, las consecuencias serían catastróficas.
Nuestras redes eléctricas no están diseñadas para resistir esta clase de súbitas embestidas energéticas. Y que a nadie le quepa duda de que esas embestidas se producen con cierta regularidad. Desde que somos capaces de realizar medidas, la peor tormenta solar de todos los tiempos se produjo el 2 de septiembre de 1859. Conocida como «El evento Carrington», por el astrónomo británico que lo midió, causó el colapso de las mayores redes mundiales de telégrafos (imagen bajo estas líneas). En aquella época, la energía eléctrica apenas si empezaba a utilizarse, por lo que los efectos de la tormenta casi no afectaron a la vida de los ciudadanos. Pero resultan inimaginables los daños que podrían producirse en nuestra forma de vida si un hecho así sucediera en la actualidad. De hecho, y según el análisis de la NAS, millones de personas en todo el mundo no lograrían sobrevivir.

El informe subraya la existencia de dos grandes problemas de fondo: El primero es que las modernas redes eléctricas, diseñadas para operar a voltajes muy altos sobre áreas geográficas muy extensas, resultan especialmente vulnerables a esta clase de tormentas procedentes del Sol. El segundo problema es la interdependencia de estas centrales con los sistemas básicos que garantizan nuestras vidas, como suministro de agua, tratamiento de aguas residuales, transporte de alimentos y mercancías, mercados financieros, red de telecomunicaciones... Muchos aspectos cruciales de nuestra existencia dependen de que no falle el suministro de energía eléctrica.

Ni agua ni transporte

Irónicamente, y justo al revés de lo que sucede con la mayor parte de los desastres naturales, éste afectaría mucho más a las sociedades más ricas y tecnológicas, y mucho menos a las que se encuentran en vías de desarrollo. Según el informe de la Academia Nacional de Ciencias norteamericana, una tormenta solar parecida a la de 1859 dejaría fuera de combate, sólo en Estados Unidos, a cerca de 300 de los mayores transformadores eléctricos del país en un periodo de tiempo de apenas 90 segundos. Lo cual supondría dejar de golpe sin energía a más de 130 millones de ciudadanos norteamericanos.
Lo primero que escasearía sería el agua potable. Las personas que vivieran en alto serían las primeras en quedarse sin agua, ya que no funcionarían las bombas encargadas de impulsarla a los pisos superiores de los edificios. Todos los demás tardarían un día en quedarse sin agua, ya que sin electricidad, una vez se consumiera la de las tuberías, sería imposible bombearla desde pantanos y depósitos. También dejaría de haber transporte eléctrico. Ni trenes, ni metro, lo que dejaría inmovilizadas a millones de personas, y estrangularía una de las principales vías de suministro de alimentos y mercancías a las grandes ciudades.


Los grandes hospitales, con sus generadores, podrían seguir dando servicio durante cerca de 72 horas. Después de eso, adiós a la medicina moderna. Y la situación, además, no mejoraría durante meses, quizás años enteros, ya que los transformadores quemados no pueden ser reparados, sólo sustituidos por otros nuevos. Y el número de transformadores de reserva es muy limitado, así como los equipos especializados que se encargan de instalarlos, una tarea que lleva cerca de una semana de trabajo intensivo. Una vez agotados, habría que fabricar todos los demás, y el actual proceso de fabricación de un transformador eléctrico dura casi un año completo...

El informe calcula que lo mismo sucedería con los oleoductos de gas natural y combustible, que necesitan energía eléctrica para funcionar. Y en cuanto a las centrales de carbón, quemarían sus reservas de combustible en menos de treinta días. Unas reservas que, al estar paralizado el transporte por la falta de combustible, no podrían ser sustituidas. Y tampoco las centrales nucleares serían una solución, ya que están programadas para desconectarse automáticamente en cuanto se produzca una avería importante el las redes eléctricas y no volver a funcionar hasta que la electricidad se restablezca.


Sin calefacción ni refrigeración, la gente empezaría a morir en cuestión de días. Entre las primeras víctimas, todas aquellas personas cuya vida dependa de un tratamiento médico o del suministro regular de sustancias como la insulina. «Si un evento Carrington sucediera ahora mismo -asegura Paul Kintner, un físico del plasma de la Universidad de Cornell, de Nueva York- sus efectos serían diez veces peores que los del huracán Katrina». En realidad, sin embargo, la estimación de este físico se queda muy corta. El informe de la NAS cifra los costes de un evento Carrington en dos billones de dólares sólo durante el primer año (el impacto del Katrina se estimó entre 81 y 125 mil millones de dólares), y considera que el periodo de recuperación oscilaría entre los cuatro y los diez años.

Por supuesto, el informe no se limita a describir escenarios de pesadilla sólo en los Estados Unidos. Tampoco Europa, o China, se librarían de las desastrosas consecuencias de una tormenta geomagnética de gran intensidad.

Tomar precauciones

La buena noticia, reza el informe, es que si se dispusiera del tiempo suficiente, las compañías eléctricas podrían tomar precauciones, como ajustar voltajes y cargas en las redes, o restringir las transferencias de energía para evitar fallos en cascada. Pero, ¿Tenemos un sistema de alertas que nos avise a tiempo? Los expertos de la NAS opinan que no. Actualmente, las mejores indicaciones de una tormenta solar en camino proceden del satélite ACE (Advanced Composition Explorer). La nave, lanzada en 1997, sigue una órbita solar que la mantiene siempre entre el Sol y la Tierra. Lo que significa que puede enviar (y envía) continuamente datos sobre la dirección y la velocidad de los vientos solares y otras emisiones de partículas cargadas que tengan como objetivo nuestro planeta.
ACE, pues, podría avisarnos de la inminente llegada de un chorro de plasma como el de 1859 con un adelanto de entre 15 y 45 minutos. Y en teoría, 15 minutos es el tiempo que necesita una compañía eléctrica para prepararse ante una situación de emergencia. Sin embargo, el estudio de los datos obtenidos durante el evento Carrington muetran que la eyección de masa coronal de 1859 tardó bastante menos de 15 minutos en recorrer la distancia que hay desde el ACE hasta la Tierra. Por no contar, además, que ACE tiene ya once años y que sigue trabajando a pesar de haber superado el periodo de actividad para el que había sido diseñado. Algo que se nota en el funcionamiento, a veces defectuoso, de algunos de sus sensores, que se saturarían sin remedio ante un evento de esas proporciones. Y lo peor es que no existen planes para reemplazarlo.

Para Daniel Baker, que formó parte de una comisión que hace ya tres años alertó de los problemas de este satélite, «no tener una estrategia para sustituirlo cuando deje de funcionar es una completa locura». De hecho, otros satélites de observación solar, como SOHO, no pueden proporcionarnos alertas tan inmediatas ni tan fiables como las de ACE. Para Baker y los demás investigadores que han elaborado el informe, el mundo probablemente no hará nada para prevenirnos de los efectos de una tormenta solar devastadora hasta que ésta, efectivamente, suceda.

Algo que, según el informe, podría ocurrir mucho antes de lo que nadie imagina. La «tormenta solar perfecta», de hecho, podría tener lugar durante la primavera o el otoño de un año con alta actividad solar (como lo será 2012). Y es precisamente en esos periodos, cerca de los equinoccios, cuando serían más dañinas para nosotros, ya que es entonces cuando la orientación del campo magnético terrestre (el escudo que nos proteje de los vientos solares), es más vulnerable a los bombardeos de plasma solar.

Pero los científicos lo saben. Y los organismos gubernamentales también. No lo advierten a la población para no causar una psicosis colectiva de repercusiones escalofriantes. No por nada, están enviando a estudiar las manchas solares con tanto ímpetu.

En 1988 se lanzó el TRACE para analizar las estructuras magnéticas y manchas solares del sol. El RHESSI sigue enviándonos imágenes de erupciones solares desde 2002. El satélite SORCE, está explorando los efectos del sol en la atmosfera. Y a fines de 2006 la Nasa lanzó STEREO, que son casi un par de ojos que tienen por misión observar las eyecciones de masa coronal. En el mismo año se lanzó también YOKOH B, que envía imágenes del sol de forma muy definida. Ya desde el 2008 el Observatorio de Dinámica Solar de la Nasa está dele estudiar el sol y sus impactos sobre la tierra.

Tal como los antiguos que adoraban al sol, ahora nosotros estamos empezando a comprender, demasiado tarde quizá, la importancia de este astro Rey. El físico cuántico Thomas Burgess afirma que , según sus cálculos, “ el siguiente pico de la fuerza de la marea planetaria, es esencia la suma total del tirón gravitacional de los planetas sobre el sol, se producirá a fines de 2012”.

También se espera el máximo de manchas solares para 2012, lo que empeora todo, porque mantendrá al Sol sujeto a todo tipo de presiones. Además de que se espera que los polos magnéticos del Sol, que se revierten cada 11 años, intercambien sus lugares en 2012. Y quizá, obligue a hacer lo mismo a la Tierra.


Ahora bien, si a esto le añadimos lo que nos dice Alexey Dmitriev(5), geofísico miembro de la Academia Rusa de Ciencias, el panorama todavía es más catastrofico. Según este científico, avanzamos hacia una nube de energía con consecuencias impredecibles. En otras palabras: “ El aumento de la actividad solar es un resultado directo de los crecientes flujos de materia, energía e información que experimentamos a medida que avanzamos hacia la nube de energía interestelar. El Sol sufre nuevas exigencias y nosotros experimentamos el impacto de esas exigencias en nuestro propio planeta.”

En efecto, somos como pasajeros de un avión (el planeta Tierra) que navegamos por el espacio que no está vacío, y , muy pronto, nos toparemos con turbulencias, más allá de las que hayamos creado dentro del avión.

Y al igual que un piloto nos avisa por altavoces “abróchense los cinturones”, Dmitriev nos advierte que la cosa se pondrá tensa muy pronto, y deberemos hacerle frente de inmediato a turbulencias interestelares.

¿Cómo descubrió esto Dmitriev? Pues analizando los datos del Voyager, más publicaciones científicas recientes y comparado todo con datos de la NASA y ESA. El resultado fue el hallazgo de la nube de energía interestelar.

Existen evidencias totalmente inequívocas y confiables de este fenómeno amenazador”, advierte Dmitriev. Y concluye: “ Los efectos en la Tierra (del paso hacia una nube de energía interestelar) se encuentran en la aceleración del desplazamiento de los polos magnéticos, en la distribución vertical y horizontal del contenido de ozono, y en el aumento de la frecuencia y la magnitud de significativos acontecimientos climáticos catastróficos. La respuestas adaptativas de la biosfera y de la humanidad a estas nuevas condiciones pueden generar una revisión total y global de la gama de especies y de la vida en la Tierra”.

Dmitriev sentencia que esto tendrá lugar no en unas décadas, sino en unos años. Probablemente entre 2010 y 2020. Durando unos 3000 años.

De igual opinión sobre la nube de energía es Richard Muller, quien escribió -junto a otro científico -en Nature su teoría de que cada 62-65 millones de años se produce una extinción masiva. Y es nuestro turno. Según Muller, el sistema solar pasa a través de una región de la Vía Láctea que tiene una densidad gravitacional increíble. Es a raíz de ese repentino tirón gravitacional, que desencadena lluvias de cometas y/o asteroides que acribillan el sol y todos los planetas, incluida nuestra Tierra. Esto, no nos olvidemos, concuerda también con la profecía maya que indica que en 2012 el sistema solar eclipsará el centro gravitacional de la galaxia, donde se presume hay un agujero negro, lo cual nos conducirá directo al fin de la especie humana.


* Noticia de RTVE (television publica española) del 8 de junio 2010. En esos dias se realizo una reunion internacional sobre prevencion de tormentas solares. http://www.rtve.es/mediateca/videos/20100802/segun-profecia-maya-2012-se-acabara-mundo/843255.shtml?s1=noticias&s2=la-2-noticias&s3=&s4
 
* Extenso documento tecnico de 140 paginas descargable en ingles financiado por NASA en la que se avisa del peligro para nuestra sociedad moderna de una tormenta solar. Escrito por  la sociedad nacional de ciencias de USA
 http://www.nap.edu/catalog.php?record_id=12507
 
* Didactica web que explica en español las tormentas solares con mucha informacion y links documentados
http://loquepodemoshacer.wordpress.com/2010/06/14/%c2%bfestas-preparado-para-una-tormenta-solar/
 
* Manual Mini Era glacial, 42 páginas, en ingles:
* Manual Tormenta Solar, 34 páginas, en ingles: